No es casualidad que el planeta donde vivimos se haya caracterizado por el caos (traducido en guerras, hambre, corrupción, crisis financieras, etc.), a lo largo de, prácticamente, toda su historia. Y no sólo por la proliferación de catástrofes provocadas por la naturaleza.
Resignadamente, como si se tratara de un irremediable destino, la humanidad ha padecido, con las vidas de millones de personas, las adversidades de todas estas catástrofes originadas por “el hombre”. Catástrofes originadas que parecen ligadas a la humanidad, como si, en sí, el mal estuviese asociado a todo ser humano viviente y, por tanto, sea algo innato en nosotros.
Pero el hecho de atribuir al conjunto de la humanidad el origen de esta interminable relación de sucesos que jalonan y han jalonado cualquier existencia o edad sobre la Tierra, merece una reflexión; ya que, en realidad, los causantes de estas tragedias, que han afectado y siguen afectando a todos los seres humanos tienen nombre y apellidos. Sólo unas pocas de personas, en su mayoría relacionadas con ciertas dinastías familiares, son los responsables de la proliferación del mal que impera en nuestro planeta.
La tragedias que han caracterizado y ys iguen caracterizando la vida en la Tierra, a lo largo de los siglos, no son, pues, fruto de la espontaneidad sino de un plan premeditado, por estas sagas familiares, que se remonta hasta los orígenes de la Humanidad; aunque la “Historia” oficial se empeñe en ocultar u omitir tal circunstancia, tergiversándola de forma intencionada. Por lo que muchas disquisiciones que aquí señalamos, desde luego, no las encontrará en los libros oficiales. Forman parte de la trastienda conspirativa que se esconde detrás de cada acontecimiento histórico. Desde la fundación de la ONU, hasta la UE.
No es extraño que muchas de las afirmaciones que aquí vertimos, avaladas por la documentación correspondiente, sean desconocidas, incluso, por la gran mayoría de profesionales de carrera, relacionados con la historia, la economía o la psicología, al no contemplarse su estudio entre las asignaturas académicas impartidas para la consecución de sus licenciaturas. Menos extraño es, pues, que hasta hace poco, “el ganado” como así denominan a la población en general en ciertos informes secretos, no haya tenido acceso al conocimiento de lo que en esta obra desvelamos y muestren, de hecho, su incredulidad ante la evidencia de los mismos.
El estudio que nos ocupa se enmarca en el contexto de las tesis, que muchos investigadores han revelado a lo largo del pasado siglo XX y en este siglo XXI, del conocido como Nuevo Orden Mundial. Que no es otra cosa que una confabulación de los principales banqueros del planeta, cuyo fin último es esclavizar al ser humano y cuyo origen más cercano se remonta a la Revolución Rusa con la implantación del Comunismo en la antigua URSS. Si bien, más remotamente en el tiempo, tanto la Revolución Francesa como la Americana, con su posterior independencia de Inglaterra, forman parte también de la agenda globalizadora prevista para la instauración de ese nuevo orden en el mundo.
Para llevar a cabo sus propósitos, sus diseñadores se valen de una serie de instituciones de élite, político-financieras, creadas al efecto, desde las cuales se traza la dirección de las decisiones globales que afectan, siempre negativamente, al ser humano de a pie en todo el mundo.
Algunas de estas instituciones disponen de presupuestos anuales que superan al de cualquier nación del mundo, incluida EE.UU. A través de ellas dirigen el destino del planeta y las políticas de, prácticamente, todos los países del mundo. Incluida la elección de sus gobernantes.
Según el investigador político canadiense Daniel Estulin, autor de “La verdadera historia del Club Bilderberg” y de “Los señores de la sombra”, todas estas organizaciones y corporaciones financieras formarían parte del que se conoce actualmente como “Club Bilderberg”, un selecto club elitista en el que se estarían fraguando las líneas generales, a escala global, para llevar a cabo definitivamente la implantación de un nuevo orden en el que el hombre se vea privado de muchas de las libertades que hoy posee y cuyo objetivo último sería conseguir un mundo de “esclavos y dueños de esclavos”; en un planeta dividido en varios bloques económicos uniformemente constituidos tendentes a acabar con la soberanía e independencia de los países.
Estulin y otros muchos periodistas e investigadores políticos independientes, sobre todo de EE UU (aunque también ingleses y alemanes), señalan que muchos organismos, cuyo “prestigio y encomiables fines” hoy muy pocos ponen en duda, como la ONU, la Unión Europea, la OTAN, el NAFTA, la Unión Económica Asia-Pacífico, La Unión Africana, La Reserva Federal Americana, el Fondo Monetario Internacional, los banco centrales, etc., fueron constituidos bajo la sombra de organizaciones que hoy forman parte de este club, para facilitar la consecución de tales fines.
Aunque la fundación del Club Bilderberg, tal como lo conocemos hoy, data de 1954, en realidad las organizaciones que actualmente se engloban en este club estarían presuntamente detrás de otras muchas actuaciones o sucesos históricos previos a la fundación del club; como la implantación del comunismo en Rusia en 1917, la Revolución Francesa o la Guerra de la Independencia Americana.
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