En
1917 el congresista estadounidense Oscar Callaway descubrió un
molesto informe en los archivos del Congreso de los Estados Unidos de
aquel año. El informe revelaba que el financiero J.P Morgan
contrató a 12 ejecutivos de las principales agencias de noticias
para que determinaran cuáles eran los doce periódicos
más
influyentes en América. Asimismo deberían determinar
cuántas
agencias de noticias serían necesarias adquirir para controlar
la
política de la prensa diaria de Estados Unidos.
Los
doce acordaron que sólo era necesario adquirir el control de 25
de
los grandes periódicos del país para conseguir dicho
objetivo; por
lo que se determinó llevar a cabo el acuerdo colocando, en cada
periódico, a un editor y asegurarse así de que toda la
información
publicada se mantenía dentro del marco de la nueva
política que
comenzaría a definirse muy pronto.
Los
principales encargados de establecer el marco al que tendrían
que
ajustarse esas publicaciones fueron: J.P Morgan, Paul Warburg y
Rockefeller. De hecho el presidente fundacional de lo que se
conocería como el CFR, fundado como tal en 1921, cuya sede se
estableció en Nueva York, fue el abogado personal del primero.
Hoy,
los responsables del CFR mantienen que el principal objetivo de esta
organización es “incrementar
el
conocimiento que de América se tiene en el mundo”.
Sin embargo, en la actualidad, el verdadero objetivo de este
exclusivo club está siendo revelado desde dentro.
A
principios de los años 60s el profesor de la Universidad de
George
Town, Carroll Quigley, se documentaba para un libro, en principio,
favorable a estas redes de hombres poderosos que fundaron el CFR.
Para lo cual, durante dos años, se le permitió tener
acceso a
examinar la información confidencial y a los archivos secretos
de
esta organización. Pero a la postre, sorprendentemente, Quigley
pondría al descubierto que, en realidad, el principal objetivo
de
este organismo es “la creación de un sistema mundial de control
financiero, en manos privadas, capaz de dominar el sistema
político
de cada país y la economía mundial. Asegurándose
el control
mediático sobre todo el planeta.” Entre los miembros del CFR se
incluyen personalidades del gobierno, instituciones académicas,
fundaciones y medios de comunicación.
En
un artículo de Richard Hardwood de título “Los
periodistas de la
clase dirigente”, publicado en el Washinston Post, se define al CFR
como el estamento dirigente de los Estados Unidos, en el que la
mayoría de los periodistas miembros de esta organización
“no
analizan ni interpretan la política exterior de los Estados
Unidos,
sino que ayudan a hacerla.”
Los periodistas del CFR
desempeñan su labor en los principales medios
de comunicación americanos: NBC, CBS, CNN, Disney-ABC, PBS,
National
Review, Rupert M. Media Group, entre otros. En el año 2000
American
Online y Time Warner se fusionaron formando una de las mayores
corporaciones de noticias del mundo. Los presidentes de ambas
multinacionales de la información son miembros del CFR. Pero
esta
nueva corporación mundial de noticias no es más que otra
de tantas,
creadas a la sombra de esta organización, encargada de manipular
a
la opinión pública mundial a través de los
imperios mediáticos.
Respecto
al poder que han adquirido las grandes corporaciones mediáticas
George Orwell diría en su libro “1984”:
“Pueden hacer que aceptemos la más flagrante violación de
la
realidad... donde no sintamos el suficiente interés en los
eventos
públicos para informarnos de lo que está pasando.”
La
doctora Margaret Thaler Singer, de la Universidad de California,
especializada en el estudio del control de la mente, dijo
recientemente en un documental de la cadena “Discovery”: “la
manipulación de la psicología de los sentidos se consigue
con una
simple transacción mental donde las personas centran su
atención, dejan de ser críticos y su mente se abre a la
sugestión”.
En
1921, Walter Lippman describía en su libro “Public Opinion”, lo
que él denominó como “manufacturing
consent” que,
traducido al español, sería algo así como:
“manipulación de la
voluntad” o “fabricación de la conciencia”. Según este
autor,
una revolución iba a tener lugar en las prácticas de las
democracias usando una serie de técnicas de control de la mente.
Lippman consideraba útil y necesaria esta revolución
porque el
interés general común está por encima de la
opinión pública.
Por lo que ésta “debe
estar
dirigida o dominada por una clase especializada encargada de
crearla o manufacturarla”. Las
técnicas para la manipulación de la voluntad se basan en
la
creación de las ilusiones necesarias que sustituyan a la
fé y que
sirvan para reducir a la marginalidad la opinión pública
general
y dirigirla hacia la apatía, conforme a los intereses de las
clases
dirigentes.
El
CFR, ha sido uno de los principales instrumentos de estas clases
dominantes para modificar la percepción que tenemos de la
realidad y
asegurarse el triunfo de sus decisiones, casi siempre, secretas.
Siempre relacionadas con las finanzas y la política en su propio
beneficio mientras relegan a la población en general a un estado
vital de semi esclavitud y de incertidumbre sobre su libertad e
independencia.
En
1967 el escritor Ron Hubbord dejó escrito que “nuestros
enemigos son menos de doce hombres, miembros del Banco de Inglaterra
y otros altos círculos financieros. Son propietarios y han
tomado el
control de los periódicos y otras cadenas de medios, raramente
suficientes, y han puesto en marcha a todos los grupos de salud
mental que han proliferado en el mundo”.